Fundador y CEO de la empresa Wireless DNA, José Mañas es un ingeniero de telecomunicaciones que ha trabajado en firmas como Siemens y Nokia por todo el mundo y ahora es vicepresidente de la Asociación Balear de Software, Internet y Nuevas Tecnologías (GsBIT), además de presidente de la comisión de I+D de CAEB. Es, además, el responsable de abrir la nueva edición de Connect’Up este martes a las 12.00 horas en Es Baluard. Entre sus proyectos se encuentra Meteoclim, empresa de base tecnológica especializada en meteorología y cambio climático. Bajo el título Innovem per fer les coses bé, Mañas explica su propia receta para salir de esta coyuntura en la que ha quedado patente que el turismo necesita un plan B. E incluso C.
¿Cuál es la fórmula de la innovación para hacer las cosas bien?
— Hay muchas formas de innovar, ya sea inventando la bomba atómica o solucionando problemas sociales y económicos. Mi idea es inspirar para innovar en la buena dirección. La pirámide de Maslow establece una jerarquía de las necesidades humanas: desde la más básica, como la alimentación, hasta el nivel superior, con la autorrealización. Propongo una nueva pirámide en la que nos sincronicemos con el resto de especies y el medio ambiente. Toda innovación que esté alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tendrá oportunidad de negocio.
Si antes la cumbre era la autorrealización, ¿qué ocupa su lugar ahora?
— Se debe innovar desde el amor. Suena naif, pero se debe innovar para la gente. Las ONG, el cuidado de las personas... Las empresas que no persigan de manera directa el retorno de la inversión, que protejan lo que estimamos, tendrán éxito.
Ahora el ejemplo de la innovación es la economía colaborativa de Airbnb, Uber o Glovo, que son empresas muy cuestionadas.
— Les va muy bien pero nosotros vivimos peor. Hay que hacer las cosas de manera diferente.
¿Cómo revertir ese camino?
— La innovación no la tiene que hacer gente startapera o con empresas ya existentes. Para generar una transformación así está el socio mayoritario de las empresas que es Hacienda. Tenemos que influir para que las administraciones públicas trabajen en sintonía con el mundo empresarial. Y también con la universidad, donde hay una parte endogámica muy acusada, que hace cosas muy bien y otras muy mal, y ha tenido un rol casi inexistente. Pero ella debe ser el nexo para que la empresa privada y la administración pública trascienda más allá de la legislatura.
Esa alianza es vital para un momento como el actual.
— Esto acabará en una rebelión social o una crisis económica sin precedentes. Pero no tenemos opción. O cambiamos o nos cambian. No podemos seguir consumiendo recursos del planeta y el coronavirus nos brinda una oportunidad para replantearnos muchas cosas. Esta crisis es una oportunidad.
¿Por qué?
— Siempre ha habido más innovación en épocas de crisis, de guerra o de pandemia. ¿Por qué la inversión media española en I+D es del 1,2 por ciento del PIB cuando la media europea es del 2%? Hay que reaccionar.
El sector turístico sufre ahora con crudeza los efectos de la pandemia.
— Es algo que hacíamos muy bien aquí pero se ha visto que es débil. Invertir en I+D no es hacer un edificio, sino que los doctorandos no sean mileuristas. Podría haber más proyectos público-privados que tuvieran salida al mercado y de los que la universidad se beneficie. Con la que ha caído no se ha desarrollado una aplicación móvil para controlar la pandemia.
Sus propuestas suenan a ciencia ficción.
— Hay que combinar la tecnología con la sostenibilidad. Cuando se habla de smart city se piensa en los rascacielos. Pero ¿una ciudad inteligente es eso o prefieres vivir en un municipio como Deià con tecnología sostenible que mejore la vida?